Vivian Gornick: escribir narrativa personal
La clave de la escritura personal, dice la autora norteamericana, es crear un narrador, un personaje, para organizar la introspección.
Al empezar taller de escritura escuchamos: “escribí de lo que conocés”, "usá tu experiencia" o “vos tenés que contar tu historia”. Y no tardamos en darnos cuenta de que la memoria y los apuntes de la vida cotidiana funcionan bien como materia prima, y mucho mejor si dejamos traslucir los deseos, los miedos, las ilusiones frustradas.
Entonces aparecen otras preguntas: ¿Pero me voy a animar a contar toda la verdad? ¿Cuál es la verdad de lo que quiero escribir? ¿Contar la verdad es ser fiel a los hechos tal cual sucedieron?
Esas preguntas dan vueltas en mi cabeza desde hace años. Escucho las entrevistas a mis escritores favoritos, especialmente cuando tratan de explicar cuánto hay de real y de ficción en lo que escriben, hasta que casi sé de memoria sus respuestas. Cuando leo, ya sea ficción o autoficción, no paro de preguntarme qué es lo que el autor nos quiere contar, qué es eso que necesita escribir.
Por eso me gusta mucho lo que escribió Vivian Gornick en Escribir narrativa personal:
“Con la materia prima del propio ser del escritor, sin disfraces, se modela un narrador cuya existencia en la página es parte integrante de la historia que se cuenta. Este narrador se convierte en personaje. Su tono, su punto de vista, el ritmo de sus frases, aquello que elige observar y aquello que opta por ignorar lo selecciona para ponerlo al servicio del tema; y, al mismo tiempo, el modo en que el narrador –o el personaje– ve las cosas es, en grado máximo, lo que vemos.”
El riesgo es que, según Gornick, echarse en el diván del psicoanalista en público la mayoría de las veces no funciona. Dice que lo importante es crear un narrador fiable, insiste en que sin distanciamiento no puede haber historia.
“Me impuse la tarea de subordinar el yo narrativo a la idea que me proponía desarrollar.” Pone como ejemplo Apegos feroces: “Esta historia, la de mi madre, mía y de la vecina, estaba basada en una temprana percepción de que aquellas dos mujeres habían hecho de mí una mujer.”
Pero para contarla tiene que encontrar el tono justo, siente que el tono al que estaba acostumbrada era quejoso y acusador. Más que nada descubre que para encontrar un punto de vista adecuado tenía que crear una narradora que al mismo tiempo fuese y no fuese ella misma. Y tiene la suerte de encontrarla: “Tenía a una narradora lo bastante fuerte para librar la batalla por mí”: una observadora urbanita, una divorciada feminista de mediana edad, una escritora de economía inestable. Había creado un personaje sólido que dominaba la situación, la otra para sí misma.
“La devoción a esa narradora, a ese personaje, me absorbió tanto mientras escribía que a diario ansiaba volver a encontrarme con ella, con esa otra que contaba la historia que mi yo cotidiano no habría sido capaz de contar.”
Su distanciamiento era un alivio para su verdadero yo: “Había encontrado un personaje que podía contar la historia remontando la marea en la que yo me hubiera ahogado.”
Leo y releo el prólogo de Escribir narrativa personal como si así fuera a aprender cómo se hace. La clave, dice Gornick, es crear un narrador, un personaje, para organizar la introspección: “la voz narrativa veraz del narrador que el escritor sacó de su agitado y tedioso yo para organizar un fragmento de experiencia”.
Che, .... que pena que le hayan editado tan ferozmente el articulo original a Ale. Lo hecharon a perder.