Un posible abecedario para personas que escriben
Adriana Riva y Ana Navajas
A de ante todo leer: no se puede escribir sin leer. La lectura sostiene y alimenta la escritura.
B de Blatt, Mariano, a quien le robamos esta idea del ABC de uno de sus poemas, porque la originalidad está sobrevalorada.
C de Casas, Fabián, a quien le escuchamos decir eso. No sabemos a quién se lo escuchó decir él. C de copiar (o imitar o robar).
D de decir menos y mostrar más, porque escribir es mostrar.
E de estructura. Cuando encontramos una buena estructura (como el abecedario), todo fluye con mayor facilidad.
F de fue así. Quédate con el que te diga “fue así” ¿Quién puede resistirse a la anticipación de una historia con pelos y señales?
G de gramática: sujeto, predicado. Parece sencillo pero no lo es.
H de honestidad brutal. La verdad no existe, la honestidad sí.
I de interlocutores indispensables. Como nos enseñó Natalia Ginzburg, esas tres o cuatro personas con quienes uno conversa sobre la escritura “ayudan a quien escribe a no sentir por sí mismo una simpatía ciega, a no sentir por sí mismo un desprecio mortal. Lo ayudan a defenderse de las sensaciones de desvariar y delirar en solitario. Lo salvan de las enfermedades que crecen y se multiplican, al igual que una vegetación extraña y triste, en la sombra de su espíritu cuando está solo”. ¡Ah! Y además, I de Inundación, un libro encantador de Eugenia Almeida que también usa el ABC.
J de ni jajajaja ni jijiji ni jejeje. Tampoco plim plum plam ni glu glu glu. Pssss, ¿y esa por qué sí? Primero, porque se escribe para uno mismo y después para los demás; es decir, las reglas las pone quien escribe (en este ABC, nosotras). Segundo, porque nos gusta la sonoridad de ese pssss, nos resulta convincente, podemos oírlo mientras lo leemos, y para escribir hay que oír cómo habla la gente, cómo suena el mundo, cómo canta la Rosalía (que tiene otro ABC que nos fascina).
K de Kurt Vonnegut, que dijo: Cada personaje debe querer algo, aunque solo sea un vaso de agua.
L de límites; a la escritura le vienen bien: veinte renglones por día es uno de los que se impuso Harry Mathews del grupo Oulipo. Parece magia pero cuando aparecen las restricciones, aparecen los recursos. También L de listas, muchas listas, todas las listas. El primer uso que se le dio a la escritura fue para hacer listas.
M de más: es preferible escribir de más y después cortar, podar, limar. Y m de mirar: si pintar es una forma de pensar, escribir es una forma de observar.
N de nombrar; es un superpoder. Si leemos Elvira, vemos a una mujer mayor. Si leemos Sofi, vemos a una chica con la que tenemos una familiaridad. Si leemos L. no vemos nada.
O de otro buen ejercicio de Oulipo: el Me acuerdo. Si no saben qué escribir, siempre es bueno sentarse a escribir un Me acuerdo.
P de políticamente incorrecto. No escribimos para complacer, por eso P de perder; para poder escribir hay que saber perder y P de prohibido: no hay NADA que esté prohibido de antemano (larga vida a los adverbios). P de poesía, les sugerimos, les ordenamos, que lean poesía, y de paso les recomendamos a una poeta danesa, Inger Christensen, que escribió un libro llamado… Alfabeto.
Q de ¿qué quiero contar? No hace falta responder a esta pregunta de inmediato, pero en la medida en que escribimos hay que encontrar la respuesta.
R de releer. En los momentos de crisis hay que volver a quererse literariamente, y releer es buscar un punto firme en aquellos libros que nos hicieron felices. Es palabra del Señor, perdón, de Juan Forn.
S de sentarse más y quejarse menos. Para escribir hay que escribir.
T de tiempo (amplio, grande, largo) entre la escritura y la reescritura, para tomar distancia, para ver mejor.
U de Úrsula K. Le Guin y sus unicornios: “Los niños saben que los unicornios no son reales. También saben que los libros sobre unicornios, si son buenos, son reales”.
V de vale dejar las cosas sin terminar, como este abecedario (perdón W, X, Y y Z, ustedes nunca nos gustaron ni en el Scrabble ni el Boggle).
Ana Navajas nació en 1974. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UBA y escribió la novela Estás muy callada hoy (Rosa Iceberg y Seix Barral). Adriana Riva nació en 1980. Escribió el libro de cuentos Angst (Tenemos las máquinas), el poemario Ahora sabemos esto (Rosa Iceberg) y las novelas La sal (Odelia y Veliz Books) y Ruth (Seix Barral). Juntas dan talleres de escritura creativa y editan la revista El gran cuaderno.
A mí tampoco me gustan estas letras en el Scrabble pero lo que sí me gusta es jugar, así que ahí va:
W de Watanabe, de David Foster Wallace y la Virgi Woolf.
X como trazo de pluma: tachar, reescribir, tachar otra vez y volver a reescribir unas oraciones más allá.
Y de la literatura del yo. Del nosotros, y de ellos y ellas también.
Z de Zafón, ese que nos dejó la cuatrilogía más hermosa para los amantes de Barcelona y de los libros. Imperativo leerlo. No hacerlo podría ocasionar la paradoja más triste: que sus libros terminen en el Cementerio de los Libros Olvidados.
¡Gracias por este abecedario!