López Seoane: "La traducción es un modo de hacer entrar un cuerpo extraño dentro de una cultura"
Impulsos y desafíos de la traducción: selección del material, negociaciones con el inglés y qué diferencias hay entre traducir teoría y ficción.
¿Cuál es tu relación con la traducción? ¿Por qué te acercaste a ella?
Es una relación muy íntima y de cierta antigüedad. En la biblioteca de mi casa había libros en inglés, y libros de gramática inglesa, y desde muy chico los ojeaba, los estudiaba, aprendía y traducía a mi modo. Después, ya en la universidad, lo que me llevó a la traducción profesional fue cierta disposición de fan: quería traducir los textos que me gustaban mucho y que no estaban disponibles en castellano. Así fue que traduje primero un artículo de E.P. Thompson muy bueno para un seminario que daba Silvia Delfino en Puán. Más adelante, cuando me fui a estudiar a New York, le escribí a Susan Buck-Morss porque era fan de su libro sobre Benjamin, La dialéctica de la mirada. Quería conocerla pero también quería pedirle traducir el libro que acababa de publicar, como respuesta al atentado contra las Torres Gemelas. No pude traducir ese libro —los derechos ya estaban vendidos— pero se mostró dispuesta a que hiciera una selección de sus ensayos en inglés para armar una compilación en castellano. Así fue que salió Walter Benjamin. Escritor revolucionario, publicado por Interzona cuando el director editorial era Damián Ríos.
Has traducido teoría literaria y también ficción. ¿Hay alguna diferencia entre traducir una y otra?
Sí, es bastante diferente. Personalmente me siento más cómodo con la teoría. Me es más fácil traducir textos con estructura argumental, que giran alrededor de conceptos... En parte porque el trabajo ya está hecho: hay conceptos que todos los autores usan que ya han sido traducidos y entonces es cuestión de conocer esas traducciones y usarlas. Siempre hay inflexiones personales, claro, pero hay un lenguaje común que es más transparente. La ficción suele ser mucho más opaca, presentar juegos estilísticos más complejos y en muchas ocasiones depender de la resonancia afectiva de las palabras, que al no sonar igual, no significan lo mismo por más de que signifiquen lo mismo, no sé si me explico. Es sin duda una tarea más ardua; también más gratificante en cierto sentido. Los dos últimos libros que traduje tenían estas características: Vaquera invertida, de McKenzie Wark, y La hermosa habitación, de Edmund White. Este último va a salir por Blatt & Ríos en breve. Es el tercer libro que traduzco de White y eso facilita un poco las cosas. Traducir el de Wark fue una experiencia directamente enloquecedora.
¿Qué es la teoría literaria? ¿Podés darnos una lista de tres libros que recomendás para acercarse a ese mundo?
Es una buena pregunta. Todo indicaría que la teoría literaria es una teoría sobre la literatura, que lo es. Pero creo que en los últimos años se conformó como un campo en el que a partir de la literatura y de otras formas artísticas (porque ahora casi nadie hace teoría literaria a secas) se intentan pensar distintas cuestiones, problemas, que exceden lo literario y tienen más que ver con el orden cultural, social, político. Es un nuevo estado de la cuestión que me despierta sentimientos encontrados. Por un lado tiene que ver con un reconocimiento saludable: la literatura, el arte, pueden darnos pistas para entender procesos históricos, sociales, políticos, pero también para asistirnos en esa tarea imposible que es encontrarle sentido a la vida, y a nuestras propias vidas individuales. Aunque más no sea en términos de la operación básica del melodrama de añadirle una pátina de teatro a las miserias del día a día. Por otro lado es claro que esta ampliación del punto de vista lleva en muchos casos, y paradójicamente, a una reducción y un empobrecimiento: en muchos trabajos recientes la literatura y las artes se entienden meramente como ilustraciones de una cierta teoría que en realidad se confeccionó en otro lado. Digo: leer lo social y lo político en la literatura corre el riesgo de que se transforme en mero ejemplo. Personalmente creo que sí, que la literatura y las artes entran en juego con sus "condiciones materiales de existencia" pero también que son excesivas respecto de esas condiciones, esto es, siempre queda un resto que no se entiende como expresión de una realidad determinada, o como caso de una formulación filosófica x, y que probablemente constituya su tesoro más preciado. Es difícil elegir tres libros. Intentaría hacer una lista que diera cuenta de las múltiples variedades de teoría. Podría ser algo así:
Kafka, por una literatura menor, de Deleuze
Dialéctica de la mirada, de Susan Buck Morss
Crack Wars, de Avital Ronell
¿Elegís vos los títulos que traducís o te son propuestos? ¿Cuál es tu criterio para aceptarlos?
Un poco y un poco. En un principio solo traducía textos que yo proponía. Con los años, empecé a ser percibido como traductor y me empezaron a llegar proyectos. El criterio principal es que me divierta, que me parezca interesante por alguna razón, que me resulte un texto importante o afín o desafiante. Como es un trabajo que hago lateralmente puedo darme el lujo de no traducir libros que no me interesan.
El inglés es la lengua más traducida al español. ¿Qué desafíos en particular encontrás al traducir desde esa lengua?
Básicamente dos. Uno tiene que ver con las estructuras de los idiomas, que son bien distintos como sabemos. Esto incluye también los ritmos que los caracterizan: las oraciones en castellano tienden a ser más largas, con más subordinadas, etc. Entonces quien traduce tiene que decidir qué hacer con esa diferencia de ritmo. En algunos casos me parece que está bien "castellanizar" lo más posible. En otros creo que no. Porque en ciertos casos ese ritmo más rápido y ligero es parte constitutiva del rumbo argumental o expresivo. El segundo desafío, y es bastante particular de Argentina pero no solo de Argentina, es que en nuestro castellano ya se usan muchas expresiones en inglés. Y se habla de ciertas cosas en inglés. Para ir a lo obvio: decimos Central Park, decimos cringe, decimos drag queen... Eso tal vez no es tan fuerte en España. Y a veces nuestras traducciones quieren poder distribuirse en otros mercados... En fin, ahí hay decisiones a tomar que tienen que ver con esa contaminación por parte del inglés, al punto que hablamos un cierto Spanglish, en grado mínimo obviamente si lo comparamos con lo que puede ser Puerto Rico, pero el fenómeno también existe entre nosotros.
¿De qué hablamos cuando hablamos de traducir?
Más allá de las cuestiones prácticas, de uso, se puede dar una respuesta bienpensante, humanista. Traducir nos ayuda a entendernos, a acercarnos a otras culturas, a acercar las culturas entre sí. La traducción como práctica tiene esa dimensión "Naciones Unidas", como si fuera una de las formas de trabajar por el entendimiento entre los pueblos y por la paz. A mí me interesa una respuesta más perversa que tiene que ver con que la traducción es un modo de hacer entrar un cuerpo extraño dentro de una cultura, camuflado. Es una forma del contrabando digamos. Porque en casi todas las traducciones, por más esfuerzo que hagan por ser castellanas, españolas, siempre queda un residuo de extranjería, que está ahí latente, y que funciona, con gran lentitud posiblemente, como disolvente de ciertas estructuras de la lengua y la cultura nacional. Y en esa disolución hay desde mi punto de vista no sólo un principio de transformación y crecimiento de la lengua y la cultura, sino también, y esto tal vez sea más importante, una muesca de resistencia, y de diferencia, que puede funcionar como refugio, como hogar o como punto de fuga para quienes no se sienten en casa en su propia lengua y en su propia cultura. La traducción ofrece entonces esa dosis saludable de extranjería en la lengua familiar.
Mariano López Seoane es Doctor en Letras (New York University) y Magíster en Estudios Latinoamericanos (New York University). Es profesor e investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, donde enseña en la Maestría en Estudios y Políticas de Género. También es profesor de Estudios Latinoamericanos y Estudios y Teoría Queer en la sede local de la New York University (NYU) y profesor de Historia en la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como crítico, escritor, curador y traductor especializado en teoría. Sus artículos sobre arte, literatura, cine, teatro y políticas culturales han aparecido en libros y en medios académicos y periodísticos.