Julia Armfield: "Intento descubrir cómo las personas reaccionan a lo extraño"
La autora de "El Gran Despertar" nos habla de su primera novela, novedad de octubre de la Editorial Sigilo.
Julia Armfield afirma que la normalidad se impone sobre todo, siempre. El cuerpo no debe dejarse vencer por el pánico, las relaciones se deben mantener como siempre fueron, el resentimiento se debe tragar diariamente como una píldora. En su nueva novela, Nuestras esposas bajo el mar, editada en Argentina por Sigilo, los personajes y ambientes caen en un estado de normalidad apática que amenaza con dominar la trama. Al leerla, una tiene la sensación de que no pasa nada. Una de las protagonistas, Miri, limpia la casa, recuerda la reciente muerte de su madre, intenta que las habitaciones no se llenen de mugre, pelos y cenizas. Sin embargo, esta no deja de ser una novela en la que una chica, Leah, viaja en submarino al fondo del mar y, cuando vuelve a la superficie, su cuerpo se empieza a transformar en otra cosa. En la novela está ocurriendo algo, solo que con la sutileza y lentitud que toman las horas en un día de pre tormenta.
Leah, la esposa bajo el mar, reposa en la bañadera. Cuando se levanta y se viste, su piel desprende una materia rosada que se adhirió al zócalo. Miri lo limpia, en silencio, sin hacer ningún comentario. Este parece ser el ritmo narrativo de la novela: ocurre algo extraño y las cosas siguen su curso. Mientras ellas no reaccionen, nosotras podemos disfrutar de la prosa de Armfield, de las escenas y conversaciones en flashback de las chicas que encontraron en la otra el amor de su vida. Recién al llegar a las últimas páginas una puede percibir que este no hacer nada es una intuición que los personajes tenían y nosotras como lectoras no. Porque una vez que pasa el tiempo, la angustia de la espera abre paso a un tipo de, digamos, positiva apatía. Ellas no hacen nada porque saben que lo que está por llegar es una transformación que, como el sol después de la tormenta, va a iluminar el pasto para hacerlo más verde.
Este es el primer libro que escribís después de haber sido publicada por primera vez. ¿Notás que el hecho de haber publicado cambió tu escritura? ¿Te sentiste presionada o, al contrario, te dio un tipo de validación que le dio confianza a tu trabajo?
No sé cómo funciona acá, pero en Reino Unido, si escribiste una colección de cuentos y querés que te publiquen, la editorial probablemente te diga: “Muy lindo, pero ¿tenés una novela también?”. De otra manera, no es muy probable que seas contratada solo por un libro de cuentos. Entonces, en algún punto, la novela era algo en lo que estaba atrapada y, por otro lado, me era útil tener un contrato, porque eso significaba que tenía una fecha límite para trabajar. Y también había expectativas sobre mí. Siempre trabajo mejor con fechas límite y expectativas. La gente escribe de muchas maneras, pero en general es muy fácil no escribir cuando tenés otras cosas en tu vida de las que ocuparte. Entonces, fue importante para mí el contrato porque me obligó a tratar la escritura como un trabajo. Fue muy útil también tener gente alrededor que ya confiaba de antemano en mi escritura, y que estaba ahí para hacerla mejor. Tener un editor que le prestara atención al andamiaje y a la construcción de la novela fue muy importante.
¿Mientras estabas escribiendo le mandabas los borradores a un editor?
Yo había escrito una novela totalmente diferente antes, y cuando se la mandé a la editorial ellos dijeron: “Bueno, no. No vamos a publicar eso”. Eso pasó después de que saliera Salt slow. En ese momento, mi novia, que es muy sensata, dijo: “¿Por qué no te tomás un mes, te calmás y decidís qué hacer?”. Yo no soy muy sensata, empecé a escribir este libro, Nuestras esposas bajo el mar, el mismo día en que me rechazaron el otro. De alguna manera me ayudó haber escrito toda esa otra novela que no funcionó, porque como escritora tenés que fracasar para saber qué hacer.
Cuando empezaste a escribir la novela, ¿pensaste de antemano la división en áreas oceánicas o eso vino después, mientras escribías?
Originalmente, el plan había sido escribir esta historia como una conjunto de cuentos, y hubiera sido el regalo que me habría dado a mí misma si aceptaban la primera novela. Por lo tanto, no tuve otra opción que convertirla en una novela. Miré el plan y pensé que podía funcionar. Entonces, lo primero que entendí es que la historia tenía que ser contada por dos voces en conversación la una con la otra. Porque de lo contrario la historia no hubiera sido lo suficientemente propulsiva, no se habría movido de la misma manera. Y la estructura es muy abierta. Fue casi una casualidad. Estaba haciendo mi investigación (estaba mirando Wikipedia) y pensé: “Esta es una manera muy ordenada de definir las cosas”. Me di cuenta de que estructurar la novela por profundidad le agregaría una capa de sentido a la historia.
En tu novela los discursos de la ciencia están muy presentes. Desde los documentales que los personajes miran al trabajo de Leah. ¿Estás interesada en unir la retórica de la ciencia con la de la literatura, que en nuestra cultura muchas veces aparecen como dos cosas opuestas? Pienso que quizás son dos cosas no tan distintas, el arte y la ciencia.
Me interesa la forma en la que la ficción puede ser usada para aproximarse y acceder a la ciencia. Especialmente hoy en día que todo el mundo está tan preocupado con el cambio climático; el mundo tal como lo conocemos se está cayendo a pedazos en una forma muy material. Es fácil entonces ignorar a la ciencia, porque sus discursos y sentencias nos pueden parecer aterrorizantes u opacos. La ficción viene a hacer que las cosas lejanas parezcan personales, porque como lector tenés mediante los personajes una entrada en ese mundo que en la “realidad” parece ajeno. También me pasó que mientras investigaba para la novela Leah tenía que tener sentido como personaje. La razón por la que los escritores escriben tanto sobre escritores es que eso es lo que sabemos. Hay que hacer un esfuerzo considerable si elegís escribir sobre un personaje que está más allá de tu conocimiento práctico. Los personajes deben ser creíbles, porque si tenés a alguien que sabe sobre ciencia leyendo tu libro y decís algo muy poco realista, no van a creer el resto de la historia.
¿Puede ser que haya un diálogo con Frankenstein en tu novela?
Absolutamente. Toda la ciencia ficción está en diálogo con Mary Shelley, siempre. Porque todo viene de ahí. No creo igual que se haga intencionalmente, simplemente estás en diálogo con Mary Shelley o con Lovecraft. Creo que las dos cosas suceden. Pero también este libro, al igual que Frankenstein, es sobre la imposibilidad de fiarse del propio cuerpo, lo cual no es algo necesariamente malo. Lo que le sucede a Leah no es solo algo malo, también se está volviendo una versión de ella más verdadera.
También creo que mucho en Frankenstein trata de jugar con cosas con las que no deberíamos hacerlo. Por ejemplo, cuando en mi novela bajan muy profundo en el océano, ¿por qué los humanos necesitamos ir ahí? Viste que están esos millonarios que mandan cohetes a Marte sin ninguna razón aparente mientras hay gente en el planeta muriéndose de hambre. Nos estamos metiendo con ciertas cosas cuando deberíamos focalizarnos en otras, más importantes y cercanas.
El momento en que Leah toma la decisión de ir más profundo en el mar me chocó.
Yo escribo cronológicamente, no puedo escribir de a partes y después unirlas. Entonces para ese momento había estado con Leah todo el tiempo y se sintió muy obvio que ella hubiera hecho eso, que no habría sido capaz de no seguir avanzando. Odio cuando la gente dice tipo, “tal personaje se comunicó a través de mí”, pero en este caso fue así, lo que ella hace me pareció la única opción posible.
¿Cómo es tu relación con otras autoras del gótico inglés, como las Brontë, Anne Radcliff, entre otras?
El último fin de semana estuve en un evento en la casa de las Brontë, en Haworth. Estoy tan cansada (ríe). Siento que es parecido a lo que dije sobre Mary Shelley. Mucha literatura de un mismo género viene de la misma gente. Por ejemplo, mucho del gótico viene de las Brontë. El gótico es sobre el lugar, sobre la personalidad de un lugar desangrándose sobre todo lo demás. Es lo que pasa con el páramo en las novelas de las Brontë, o mismo la casa en Jane Eyre. Yo soy muy aburrida, entonces me gusta Anne Brontë, que en mi opinión es la más arriesgada y valiente de las hermanas. No me gusta Cumbres borrascosas, me parece muy aburrido. Igual, para no quedar mal, Emily Brontë me parece super interesante. Ella no escribía sobre seres humanos reales, porque no conocía a nadie y no salía casi de su casa. Es fascinante que el universo de su novela sea casi completamente inventado. No sé. A mi novia es la novela de las Brontë que más le gusta y nos peleamos constantemente por eso. Mi libro favorito de las Brontë es La inquilina de Wildfell Hall, y también amo mucho Jane Eyre. No sé cómo es estudiar literatura acá, pero en el Reino Unido casi te obligan a leer todos estos libros. A las Brontë, un poquito de Dickens, muchísimo Shakespeare. Son los autores que influyen en todo lo demás.
Dijiste algo muy interesante sobre un lugar siendo aterrorizante. ¿Fuiste alguna vez a un submarino?
Conocés la película Titanic, la película Aliens. El tipo que las dirigió es James Cameron, que también hizo Avatar, pero nosotras no hablamos sobre eso. Él fue una de las únicas personas en el planeta que bajó en submarino hasta la Fosa de las Marianas. Estoy obsesionada con él, es un creep. Me fascinan esas cosas que solo son accesibles para los multimillonarios. Leer sobre su expedición me sirvió para la escritura de la novela y para saber cómo funciona un submarino. No quería que los detalles técnicos y científicos invadieran el libro, pero los necesitaba para hacerlo creíble. Contestando a tu pregunta, no, nunca hubiera viajado en submarino porque no estoy loca.
Sería muy Elon Musk de tu parte.
Gracias. ¿Viste el centro para el que trabaja Leah? Bueno, mientras escribía sobre el hombre que lo dirige pensaba en Elon Musk, en estos hombres horribles a los que no les preocupan sus empleados y las vidas que arruinan en busca de algo que es, esencialmente, un hobby.
En tu escritura siento una oda a lo cotidiano. Pero los escenarios mundanos que retratás se ven interrumpidos por eventos extraordinarios. ¿Cómo lidiás con esos dos aspectos?
Esa es la clave de lo que siempre quiero hacer: la yuxtaposición entre lo ordinario y lo extraño. Me interesa cómo se entrecruzan esos dos aspectos de la realidad en las vidas aburridas de la gente. Porque la cuestión es que cuando algo extraño sucede, la gente no suele mantenerse en estado de shock. Nos acomodamos, lidiamos con las cosas. A veces eso no es algo bueno, puede hablar de apatía, pero también tiene que ver con la adaptabilidad. Odio hacer esto, pero los últimos dos años de pandemia probaron que cuando sucede algo extraño, seguimos con nuestras vidas. Creo que fundamentalmente eso es lo que intento hacer: descubrir cómo las personas reaccionan a lo extraño. El hecho de que, incluso cuando el mundo se está acabando, es probable que todavía recibas un correo diciendo: ¡Vení a la oficina si podés! Porque la normalidad se impone sobre todo, siempre. La gente tiene que seguir viviendo.
Los momentos en que Miri lee los foros de la gente que perdió a sus seres queridos y muchas de las preguntas que se hace a ella misma me hicieron pensar en The year of magical thinking, de Joan Didion. ¿Es este un libro sobre el duelo?
Releí muchas veces ese libro mientras estaba escribiendo este. Me encanta. Creo que Nuestras esposas bajo el mar es un libro sobre el dolor y sobre el acto de anticipar el dolor, de esperarlo. No necesariamente el dolor de la muerte, también el de una ruptura amorosa: el momento en que todo se está desmoronando y no tenés otra opción que vivir dentro del derrumbe. En la novela Miri vive junto a las memorias de lo que su matrimonio solía ser y también está negando lo que va a suceder. Claramente Miri tampoco llevó bien el proceso de la enfermedad y consecuente muerte de su madre. Pretende entonces hacerlo mejor con Leah, pero tampoco lo logra. Me interesa la manera en que el duelo es fundamentalmente egoísta, porque no sufrimos por la persona, sino por la versión de nosotros sin la persona.
Noté cierto paralelismo entre tu cuento “Mantis” y la novela. Por ejemplo, en la relación tensa y de amor-odio entre las narradoras y sus madres.
Quería escribir sobre ser queer y los distintos papeles que tenés que tomar ante la gente. Porque creo que Miri no es completamente ella misma con su madre, como sí lo es con Leah. Su versión más verdadera no es agradable, para mí ella no es una persona agradable, pero al menos puede ser así con Leah. Me interesaba narrar las dificultades de mantener relaciones donde te sentís obligada a ser infiel a vos misma y cómo los lugares de donde venimos ejercen un poder injustificado sobre nosotras. Creo que los mandatos de belleza se imponen también de esta manera: una fuerza opresiva que viene desde afuera y desde adentro de las personas. Y me interesa lo queer como una salida a eso.
¿Tenés partes favoritas del cuerpo sobre las que escribir?
¡Los dientes! Nuestras esposas bajo el mar está llena de dientes. ¿Viste cuando estás escribiendo y no podés seguir, y tenés tipo una muleta sobre lo que podés escribir siempre? En algún sentido fueron eso. Pero también me interesa cómo los dientes son la parte más dura del cuerpo y al mismo tiempo la más expuesta. Y cómo son algo que la gente teme. Odiamos ir al dentista de una manera en la que no odiamos ir al médico. Los dientes producen una sensación extraña de dolor y exposición.
Percibo muchas metáforas en tu escritura, también colores, climas. Nuestras esposas bajo el mar me dio la impresión por momentos de un largo día nublado. ¿Escribís o escribiste poesía?
Casi no tengo relación con la poesía. Nunca escribí poesía porque no soy lo suficientemente inteligente. Mi novia lee mucha poesía. Yo leo a Richard Siken cuando necesito que mi cerebro fluya. Pero en esos casos en los que me siento estancada lo que usualmente hago es leer los mismos tres o cuatro libros una y otra vez.
¿Y cuáles son esos libros?
Leo Las vírgenes suicidas, mucho. No porque necesariamente me guste, sino que la forma en que Jeffrey Eugenides estructura las oraciones logra ponerme en el ritmo correcto. Me pasa lo mismo con Joan Didion. Sus libros no tienen nada que ver con lo que yo escribo, pero la austeridad y limpieza de su prosa me despeja la cabeza. Escribir para mí es sobre el ritmo y la musicalidad del texto, y si un día siento algo fuera de ritmo, se me hace muy difícil seguir.
Última pregunta. ¿Cuál es tu relación con el agua?
Ayer estaba hablando en otro evento del festival sobre cómo en la cultura hay una conexión fuerte entre las mujeres queer y el agua. Hay muchas películas lesbianas que son sobre el mar, nado sincronizado o piletas. Es un tema muy típico de las ficciones clásicas lesbianas. Me interesa la forma en que el agua puede simbolizar ser una cosa y otra, estar debajo y en la superficie; lo cual es central en la experiencia queer. Y también, simplemente, amo mucho, mucho el mar.
Julia Armfield nació en Londres en 1990. Escritora de ficción y dramaturga ocasional, tiene un máster en arte y literatura victorianos por la Universidad Royal Holloway. Su primer libro de cuentos, El gran despertar, publicado por Sigilo en 2021, la convirtió en una de las revelaciones de la literatura fantástica británica. Armfield vive y trabaja en Londres.