Javier Cercas: “Lo primero que enseña Borges es que la literatura no está separada de la vida”
El autor de Anatomía de un instante cuenta por qué Borges es el escritor más grande de nuestra lengua desde Cervantes.
La relación especial de muchos lectores argentinos con Javier Cercas empezó a través de Anatomía de un instante, un thriller que navegaba las aguas híbridas que mezclan la narración con el ensayo, la ficción con la no ficción, lo político con lo personal y la literatura con la política. En el mecanismo narrativo de Anatomía…, enunciado en su título, resuena la idea de Borges de que “cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. Borges entendió la literatura de una manera que hoy sigue siendo novedosa. En el marco de un curso sobre el autor argentino, entrevisté vía Zoom a Javier Cercas. Esa es una versión editada de esa conversación.
Me dijiste una vez que Borges es el escritor más grande en nuestra lengua después de Cervantes o Quevedo. No sé si fue una concesión por mi condición argentino; también podríamos pensar si Borges efectivamente era argentino. ¿Por qué te parece que era tan grande este tipo? ¿Qué hizo que lo convirtió en alguien tan grande e interesante?
Es bueno que empecemos por aquí porque no quiero engañar a nadie. Para mí Borges es, efectivamente, el escritor más grande desde Cervantes y Quevedo. Digo Quevedo porque es mejor prosista que Cervantes, pero Cervantes es un escritor mayor. Creo que Borges, que adoraba a Quevedo, estaría de acuerdo conmigo. Para mí Borges es genial, pero también estoy dispuesto a defender esta opinión no como algo personal sino como algo objetivo. Esa palabra no me gusta porque en la literatura no hay casi nada objetivo. Pero Borges es un escritor sin el que yo no me puedo imaginar a mí mismo como escritor. Lo descubrí muy joven, cuando tenía quince años y ahí todo cambió. Hay escritores que uno descubre cuando es muy joven y con el paso del tiempo abandona. A Borges lo empecé a leer entonces y todavía no lo terminé de leer. Me pasó con él y con Kafka, a quien descubrí casi al mismo tiempo. La diferencia es que Borges escribe en mi lengua. En Wikipedia dice que yo me hice escritor cuando leí a Borges; es mentira. Por culpa de Borges, yo tardé bastante tiempo en siquiera intentar ser escritor. Hay un ensayo de Auden, poeta inglés, que dice que si un joven escritor toma como modelo a un escritor demasiado grande, digamos Shakespeare, ese tipo nunca va a ser escritor porque Shakespeare lo aplasta. Bueno, a mí Borges me aplastó durante bastante tiempo. Cuando lo leí a los quince años me dieron ganas de leer todo porque él lo había leído casi todo. Pero no me dieron ganas de escribir, porque claramente yo no me podía convertir en un tipo como ese. Después perdí la vergüenza y me puse a escribir gracias a otros escritores, pero en aquel momento fue así. Eso desde un punto de vista personal. Recuerdo una cosa que decía Bolaño: que él podría pasarse la vida debajo de una mesa leyendo a Borges. A mí me pasa lo mismo. No tendría ningún problema ni queja. Ahora, ya no desde un punto de vista personal, aunque todo es personal, sino desde un punto de vista histórico: es un hecho que Borges lleva a cabo una revolución, para empezar, en nuestra lengua. Pero no solo en nuestra lengua, porque si admitimos que hay algo llamado “posmodernidad”, el origen remoto está en la segunda parte del Quijote, y el origen inmediato en Borges, ya que Borges sale de una cierta reacción contra las vanguardias. Algunos vanguardistas reivindican a Borges pero él se reiría de ellos. Si se puede hablar de un posmodernismo en la literatura, el origen inmediato es Borges. Hay un problema y es que, cuando Cervantes escribe el Quijote, en un golpe de genio inventa la novela moderna. Pero después los españoles abandonan eso, no lo entienden. Los que lo entienden son los ingleses y franceses un siglo después. Borges dice que cuando leyó el Quijote por primera vez lo leyó en inglés y que cuando lo leyó en castellano la traducción le pareció excelente. Tiene sentido, porque el Quijote parece un libro inglés. Esto es así, los que lo habían entendido eran los ingleses en el siglo XVIII y crean la novela moderna a partir de ahí. Bueno, la narrativa en español vuelve a ser relevante, a ocupar un lugar central en la narrativa universal, con Borges. Él abre las puertas del boom latinoamericano y provoca un terremoto en la narrativa universal. El boom no existe sin Borges, ya que nace a partir de su relectura del Quijote. Hay tres grandes revoluciones en la literatura en español. La primera la hace Garcilaso de la Vega, adoptando la música del italiano a nuestra lengua. La segunda la hace Rubén Darío a fines del siglo XIX, cuando adopta la música y formas de la poesía francesa simbolista de la época a la poesía en español. Y la tercera revolución es la de Borges, que también se lleva a cabo con una adopción. Él adopta la música del inglés al español y cambia en esa operación la lengua española. Al igual que no se podía escribir en español antes de Garcilaso, ahora no se puede escribir en español como se escribía antes de Borges. Y esto es un hecho demostrado. El boom es la primera consecuencia de esa revolución. Entonces, Borges es un escritor muy grande. Tú dices que argentino, yo creo que Argentina es demasiado chica para Borges, si me permitís. Aunque es ultra argentino en el sentido de que debe haber claves en su escritura que a algunos no argentinos se nos escapan. Es indudable que pese a que sea el más argentino de los escritores, es también el más universal.
Decís que Borges capturó tu imaginario de adolescente. Creo que en algunos textos su escritura tiene una dimensión adolescente, como en “El inmortal”, pero al mismo tiempo sus personajes son muy metaliterarios; en general son escritores frustrados o menores. La pregunta es, ¿Borges es un escritor de escritores o puede leerlo, llamémoslo, el lector común?
Yo me niego a la idea de que Borges es un escritor para escritores. Él dijo eso de Quevedo, que su literatura tenía fama de ser hermética, para iniciados. Me niego por completo a eso. Creo que Borges es un escritor para lectores, para el common reader. Claro que ese lector tiene que adaptarse, ya que cada gran escritor crea su propio tipo de lectores, cambiando los modos de leer. A él no se lo puede leer de prisa y corriendo. No se puede seguir el método Kennedy, ese que Woody Allen había dicho que usó para leer La Guerra y la Paz, y que había tardado dos horas. “Va de Rusia", dijo. Bueno, ese método no sirve para Borges; apenas te enteras de qué va. Vargas Llosa dijo que con Borges la literatura en español se vuelve inteligente. Es así, se vuelve de una precisión, de una exactitud totalmente revolucionaria. Porque la literatura en español había tendido al barroquismo, a la retórica en el peor sentido de la palabra. En cambio, para leer a Borges hay que leer cada palabra y frase, todo está ahí por algo. Uno de los mejores inicios es el de “Pierre Menard, autor del Quijote”: “La obra visible de Pierre Menard…". Uno debe estar atento a ese adjetivo, “visible”, porque allí está el germen de todo el cuento, ya que la obra fundamental de Menard es en realidad invisible. Y ese adjetivo es una sorpresa total ¿qué quiere decir la obra visible? Te llama la atención sobre algo, te dice “ojo que acá hay algo”. Entonces, me niego por completo a pensar que Borges es un escritor de escritores. Que en sus relatos aparezcan escritores, que no exista un escritor que haya sacado tanto partido explícito de la literatura, es verdad. Pero lo primero que enseña Borges es que la literatura no está separada de la vida. Que leer es vivir más, vivir de una manera más rica, intensa, compleja. Puede ser que haya partes de la obra que no sean tan aptas para el lector común, pero hablábamos antes de “El Sur”. Ese cuento lo puede leer todo el mundo. Los grandes cuentos de Borges los puede leer todo el mundo, su poesía también. No es un escritor hermético. Y si algo nos enseña Borges, o al menos me ha enseñado a mí, es que el verdadero protagonista de la literatura no es el autor, sino el lector.
Quizás “Pierre Menard…” es uno de esos cuentos que puede leer cualquiera, pero también ofrece bastante resistencia. Es el primero que escribe después del accidente que tiene y que después ficcionaliza en “El Sur”. Es un cuento muy llamativo porque quiere comprobar si sus facultades mentales están intactas. Pero te pregunto, ¿es un cuento? Y si es así, ¿es un cuento fantástico? ¿Qué es “Pierre Menard…” para vos?
Yo creo que es un cuento decisivo. Pero hay uno que es anteriormente decisivo, “El acercamiento a Almotásim”. Hasta ese cuento, Borges está buscándose a sí mismo como narrador, es un ensayista poco reconocido. Había escrito un relato que se hizo muy famoso y ahora es el que menos nos gusta, "El hombre de la esquina rosada", que creo que es anterior.
Eso te lo discutiré, pero en otra oportunidad.
Es que yo no lo elegiría como uno de mis favoritos y creo que Borges tampoco. A mí me gusta todo Borges, hasta lo que escribía en las servilletas, pero no lo elegiría como favorito. Entonces, lo que digo es que estaba probándose a sí mismo como escritor. Y lleva a cabo un experimento extraordinario que es Historia universal de la infamia. Es un libro que parte de otro de Marcel Schwob y él oculta eso; habría que preguntarse por qué lo oculta. Son relatos a partir de hechos reales, de biografías reales, no hay invención. Dice que son los relatos de un tímido que no se ha atrevido a imaginar relatos por cuenta propia. Todavía no se ha lanzado. Entonces tiene una idea antes de “Pierre Menard…”: “Voy a escribir una ficción disfrazada de ensayo”. Se leyó entonces como un ensayo sobre un libro inventado. Mucha gente lo tomó como una reseña de un libro real, porque todos los rasgos de ese relato son de reseña. Ahí, en mi opinión, se le abren las aguas del mar y dice “¡Ah!”. Es como lo que tú dices en tu artículo sobre “El Sur”, que las peores experiencias pueden ser decisivas para un escritor. Yo creo que, cuando Borges tiene el accidente que le produce la septicemia y está a punto de matarlo, ese es un momento fundamental para él. Pero vuelvo a “El acercamiento a Almotásim”, anterior a “Pierre Menard…”. Ahí descubre que puede usar los instrumentos del ensayo para crear ficciones. Muchos de sus relatos esenciales a partir de ese momento son ficciones, pero también son ensayos. Esa es su vía de entrada para la narrativa. Y yo creo que la chispa, la bisagra es “El acercamiento a Almotásim”. Además, hay una cosa muy extraña. En algún momento Borges incluye “El acercamiento a Almotásim” en Ficciones.
Una de las formas de la lectura en Borges es la violencia, o para decirlo de una manera más suave: la polémica. Él era una especie de cuchillero de las letras, se encargaba, cuchillo en mano, de destrozar a los ancestros, de darles palos a sus contemporáneos, a sus propios críticos. Y dado que Borges era un polemista genial, yo lo comparo con Maradona, que se peleaba con el Papa y con un entrenador desconocido de un club de la tercera división. ¿Es necesaria la polémica literaria?
Es necesaria, pero no necesariamente debe ser culta. Es indispensable entendida como diálogo con la tradición. Después del boom, en el cual incluyo a Borges, en Latinoamérica hubo la tentación de matar a los escritores del boom, de matar al padre. Yo creo que el escritor no se conforma nunca con matar al padre. Hay una frase de un personaje de Pasolini: "Los maestros se comen con salsa picante". Es decir, no basta con matarlos, hay que matarlos, luego abrirlos en canal, sacarles las vísceras, tirarlas, encender un fuego, asarlos y comerlos. Y hacer algo distinto, pero que sin ellos no podrías haberlo hecho. Picasso decía "la originalidad no consiste en no parecerse a nadie, sino en parecerse a todo el mundo". Esto vale para los grandes de verdad. Se parecen a muchísimos, pero siempre son ellos mismos. Porque los han asimilado, los han convertido en carne de su carne y sangre de su sangre. Esto es absolutamente indispensable para la creación. Otra cosa es hacer de esto una especie de combate. Esto no es explícito en su obra. Hay que buscarlo en los recovecos.
El libro más importante que se publicó en los últimos veinte años en la lengua española es para mí el Borges, de Bioy. Allí se ve cómo Borges tenía una mirada "excéntrica" de la literatura, al estar en Argentina y no en París o Londres. Está en una Buenos Aires de los años cuarenta. Un lugar totalmente excéntrico. Su libertad para opinar es total, su mirada es completamente virgen, original y erudita. Sus textos sobre lo que se estaba publicando en Europa son de una exactitud asombrosa. En media página te clava un autor o libro que acaba de salir. Y hablamos de los mejores libros del momento. Creo que esa excentricidad es fundamental. No hay gran escritor que no sea un gran lector. Voy a pedirles a ti y a tus alumnos que luego lean un ensayo muy breve de Borges sobre Nathaniel Hawthorne. Ahí Borges se limita a contar un cuento de este autor, “Wakefield”. Pone el cuento en el canon universal, lo vuelve borgeano. Pero la página en la que resume el argumento del relato creo que es una de las mejores páginas que se han escrito en nuestra lengua. Estoy dispuesto a defenderlo donde haga falta.
Bueno, Borges era un gran resumidor. Un sintetizador.
Era un gran lector. Cuando dice "me enorgullezco más de las páginas que he leído que de las que he escrito" lo hace porque es un lector excepcional. Es un lector extraordinario y tiene esa modestia, aunque puede parecer soberbio o maradoniano, como tu decías, en la vida pública, aunque tampoco creo que sea así. Creo que es un Borges secundario, íntimo. En el libro de Bioy critica a muchos escritores, pero es una forma de complicidad entre dos personas que eran más que amigos. Son dos personas que se ven cada día por décadas. Hay una complicidad extraordinaria. Esa maledicencia formaba parte del juego. En resumen, sí, era un caníbal Borges, pero la maledicencia se exagera, se le da mucha importancia.
Quizás lo tuyo no sea una discrepancia. Borges era muy consciente de lo doble de todo gesto y todo signo. De la ambigüedad. Su malicia en las críticas y comentarios también puede ser vista como una manera de alentar a otros autores.
Sí, él pudo haber tenido celos del éxito que tuvieron los escritores del boom. Cuando le dieron el premio Formentor en Europa es que empieza a ser reconocido en las ciudades europeas. Beatriz Sarlo contaba que cuando a Barthes le preguntaron qué opinaba de Borges, dijo: “¡Ya basta de hablar de este argentino!”, porque en los años sesenta arrasa. Él pudo haber tenido celos, entonces, de escritores como Vargas Llosa o Cortázar, que copaban la atención. Pero no lo tiene. O sea sí, hizo bromas, pero nunca vi una animadversión. Por eso yo no compro la idea de un Borges digamos guerrillero. Me gusta la idea, pero no sé si obedece tanto a la realidad.
Otra cosa genial de Borges es que escribe textos breves. Quizás por pereza o por su genialidad. ¿Parte de su genialidad no tiene que ver con esa hiperbrevedad?
Sí. La pregunta habitual era por qué Borges no escribió novelas. Simplemente porque no se adaptaba a su estética. Su fuerza está en la capacidad de comprimir de una manera literalmente alucinante. Tomemos un cuento como “Tema del traidor y del héroe”. Presenta el relato como resúmenes de novelas. Un escritor normal lo escribiría en trescientas páginas, él lo escribe en unas pocas. Y eso multiplica la riqueza del texto. Él decía: "Es que a mí las novelas no me gustan mucho", pero las había leído todas. Cuando era joven era fan de los rusos. Eso es lo que creo que hace un gran escritor: encontrar dónde está su fuerza. Borges la pudo encontrar recién a sus cuarenta años.
Te hago una última pregunta. Dijiste que la influencia de Borges para vos fue oprimente o que fue un combate desigual. Pero, por ejemplo en Anatomía de un instante, por un lado transitás o reflexionás sobre el pasaje de la ficción a la no ficción, y tomas el título de esta idea de Borges de que "Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es". También tenés en cuenta al traidor y al héroe, aquello de que el traidor puede ser héroe y viceversa. Tenés en cuenta en tus últimos libros, y antes también, el género policial, que es un género que Borges rescata. Parece haberse tornado una influencia benéfica. Harold Bloom habla de la ansiedad de las influencias y Jonathan Lethem del éxtasis de la influencia. Doy por supuesto que pudiste transformar la influencia de Borges en algo benigno, pero ¿cómo fue para vos ese trayecto?
Es lo que has dicho. Inicialmente, Borges me aplastó y hubo otros escritores que me ayudaron a librarme de ese peso. También me ayudaron a asimilarlo. Yo intenté escribir algo completamente distinto de lo que escribe Borges, pero que sin Borges hubiera sido imposible.
Garcias por rescatar esta maravillosa charla