11 de enero
“Dibujé una paloma celeste y la oscurecí con gris. Me doy cuenta que no puedo dibujar palomas celestes ni blancas, las palomas son marrones, grises o negras manchadas con el barro del dolor y de las luchas de poder, los acuerdos y los desacuerdos, así es la paz.
En lo micro, en lo macro, en lo individual, en lo colectivo, casi siempre algún dolor”.
Claudia del Río
Cuando Ikebana política llegó a mi vida, sentí como si tuviera un corazón conversador y rebelde entre las manos. Esa sensación de encontrarse con algo preciado y saber que ya no vas a estar más sola de acá en más, siempre habrá un oráculo al que recurrir.
En una charla subida a Youtube para Cultura Curuzú en 2020, le preguntan a Claudia del Río cómo empezó a desarrollar su carrera artística: “Creo que primero fue la soledad, la soledad como una condición que tenemos cuando somos chicxs. (...) Cuando era chica jugaba sola y practicaba muchas experiencias que tenían que ver con la soledad, eso también te convierte en artista. La relación con la soledad me parece muy importante”. Esa intimidad que sucede en soledad es la que atraviesa este libro, que abarca diez años (2005-2015) de llenar numerosos cuadernos que están por todos lados de la casa parafraseando a Claudia. Primero se juntaba con Irina Garbatzky (quien prologó el libro) a leer en voz alta las notas, y a transcribir y luego llegó el momento de poner a dialogar esos cuadernos y las notas en los márgenes de los libros. Junto a sus editores, Maxi y Ana de Iván Rosado, volvió con la idea primigenia de que fuera un diario: “Yo leo todo como diario. Para mí Mujercitas fue una lectura muy importante y la leía como un diario. Y este carácter fragmentario de Ikebana no es sólo cómo escribo, sino también mi manera de leer”.
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La primera noche dormí con el libro a mi lado, lo puse sobre el almohadón y lo tapé, me daba ilusión la idea de que su cercanía durante el sueño, cuando el inconsciente se abre y las percepciones cobran otra dimensión, me permitiría absorber toda su fuerza y magnetismo. Al despertar al día siguiente, comencé a sumergirme en las distintas capas de complejidad de las palabras, en las líneas obtusas, en los diversos niveles de conocimiento desplegado, en la hibridación del material, en la plasticidad de los cachos, papeluchos en cuadernos espiralados, de vida que se vuelven obra de arte.
“Lo que más me impresiona de los libros es que tengan un tiempo tan apretado, que haya tanta información, vivencias, espacio, palabras, conceptos, emociones. Todo apretado. O sea esto pesa 328 gramos (por Ikebana) y en esos 328 gramos es impresionante la cantidad de vida apretada y concentrada, eso es algo muy impresionante de los diarios. Tipear todo eso fue muy lindo desde hace 2 o 3 años escribo un diario pero ya desde la computadora y tiene otro rito, otro espacio, estoy tratando de editar mientras estoy pensando, tengo ese primer germen de escucha, pero va a ser distinto. Los cuadernos ahora los uso para dibujar o mezclo un poco de dibujo y escritura”, cuenta Claudia del Río en una charla junto a Diana Aisenberg subida a Youtube para el Centro de Arte UNLP, en 2021.
Ikebana es el arte japonés de arreglo floral, una práctica que se basa en vivir en armonía con la naturaleza, ser con la naturaleza.
“Hay árboles que dan poemas”
Así empieza Ikebana política. Un libro fragmentario que junta notas, poemas, cartas, listas, slogans, reflexiones sobre el arte y sobre sí misma, diarios de viaje y personales. Diálogos con poetas vivxs y muertxs, conversaciones con personas imaginarias y reales algunas con nombres y apellidos y direcciones reales, monólogos internos, algunos universales y otros más íntimos.
Un registro de una vida inventada, imaginada y vivida, trabajando con el archivo para reactualizar el presente. El mejor libro de autoayuda que cualquiera quisiera escribir.
Claudia es una artista visual, poeta, docente y curadora de Rosario. Desde los años ochenta participa de proyectos artísticos colectivos, entre ellos, el Club del Dibujo (2002) espacio de encuentro y de reflexión sobre el dibujo, y la Pieza Pizarrón, un dispositivo de paredes negras donde artistas y no artistas son invitados a dibujar con tizas. También formó parte de circuitos de performance y mail-art. Que cultiva mucho la soledad y también mucho de su trabajo son proyectos artísticos colectivos.
Trabaja con la autoayuda, con las obsesiones y el desdoblamiento. Las preguntas son claves tanto en su obra como a la hora de enseñar. “Qué enseñar, cómo enseñar, si hay algo para enseñar”. Hacer preguntas y a las preguntas hacerles más preguntas. Obsesionarse con las preguntas. Otra: ¿cómo sobrevivir a la universidad siendo artista? Por eso enseña, circula, habita todo tipo de espacios, universidades, clubes de barrios, ferias americanas, y escuelas alternativas. Lo que realmente subyace en las preguntas es su profunda curiosidad, la devoción por la escucha. La escucha también de conversaciones ajenas, de cómo habla la gente. “Detrás de Ikebana hay una gran oreja que anota y anota”, dice Claudia en otra conversación junto a Diana Aisenberg, artista visual y docente. En ese acto de preguntar y escuchar, hay una humildad que implica adentrarse en los mundos de los otrxs. “Lo que está vivo produce preguntas”, dice otra entrada de Ikebana.
Las preguntas que más me resonaron tienen que ver con las condiciones materiales para hacer arte, problematizar y abrir espacio para hablar de la economía del arte y la economía de la vida diaria, sobre el camino que surcan los materiales en las obras, y sobre qué es lo colectivo. Cómo trabajar con otrxs. El hacer colectivo como práctica política.
En mayo de 2024, me inscribí en un taller de dos encuentros llamado "Siesta, Homeopatía y el Cuento Interno", en La Escuela Las Deudas. El primer encuentro fue por la tarde y el segundo por la mañana, dos momentos del día con modos de ser y estar diferentes: distintas emociones, olores, humor, iluminación, sonidos, ruido ambiente que entraba desde la calle a la escuela.
En el primer encuentro trabajamos con el cuerpo, la respiración, el calor que emana una espalda junto a otra espalda, también con la palabra, la escritura hablada, las conversaciones susurradas, el coro. Con el trabajo manual y mecánico; nada viene hecho sino que hay que crearlo; cada participante al llegar debió cortar 50 papelitos en los cuales luego iba a pintar y escribir. Algunas cortaban, otras contaban, otras cebaban mate, algunas charlaban. Terminamos haciendo cada una un cartel que le hablaba directo a La economía.
Al día siguiente entramos en otro tipo de trance, pintando y escribiendo frases que Claudia dictaba, anotadas en uno de sus cuadernos, cosas locas que abrían a la imaginación. Las participantes (que casualmente éramos todas mujeres) íbamos cazando del aire las imágenes poéticas y transformándolas en palabras, dibujos, garabatos y todo lo que hay en el medio de eso. La manera de acercarse al dibujo que ofrece Claudia es que todos podemos dibujar porque lo hacemos desde pequeños, su trabajo problematiza la idea de “genialidad”. Esa forma del hazlo tu misma, una forma punk que cultiva desde pequeña cuando hizo varias copias de un primer fanzine y lo vendía entre sus familiares.
Al final de la consigna, truecamos nuestras obras. Entonces hacer arte no es solo saber hacerlo, es trabajo, energía y pensamiento. Saber intercambiar, dialogar con otrxs, saber elegir, poner el ojo.
Algunas ideas que Claudia compartió: que hay que desidentificarse de la obra que uno hace, desdoblarse; una compañera le pregunto si hacer obra la torturaba y ella respondió que la torturada era la obra (a veces) no ella…Otra: el valor de la copia y la fotocopia y la repetición mas el reconocimiento de genealogías, de nuestros referentes, las relaciones, los agradecimientos. No es que la copia implique borrar la referencia.
Y nos aconsejó "gatear" en nuestras casas, regresar a un estado anterior de cuadrúpedo, como un bebé animal.




Recomiendo este video sobre los cuadernos personales del trabajo diario realizados entre 1962 y 2015. Producido por Claudia del Río y el artista Gastón Miranda para la muestra "Ejercicios: Formación, aprendizaje e intercambios en el arte contemporáneo".
(Jacqueline Golbert)