Me resulta dificilísimo recomendar Carol en pocos párrafos; es tanto lo que quisiera decir no solo de este libro, sino de los procedimientos de la escritura de Highsmith, de su vida y de lo que consignaba en los diarios que fueron publicados en más de mil páginas el anteaño pasado, que siento que abreviar es cometer una injusticia. Carol no fue el primer libro que leí de Highsmith, así que cuando me lo regalaron esperaba una novela bien suya, donde acechara algún tipo de peligro y donde cada personaje cargara con todo el peso de su ser. Sin embargo, Carol es una gran historia de amor, quizá de las más inolvidables para mí. Inolvidable = formativa. Tiempo después, leyendo una de las entradas de su diario, y repasando por vez no sé cuánto la trama, entendí que sí, que en Carol también acechaba el peligro. Esa entrada del diario dice que la idea de felicidad está indisolublemente unida a la idea de peligro. La historia de amor entre Carol y Therese, además de ser una inmensa historia de amor, o justamente por eso, está llena de curvas cerradas que ponen en riesgo la relación entre la muchacha que estrena gustar de una mujer, y la mujer más grande, casada y con una hija, que ya ha experimentado el safismo (como diría Virginia Woolf)
La felicidad y el peligro están unidos, dice Highsmith, y en esta novela lo están no solo porque se atreve a narrar un amor entre mujeres en la década del 50 en los Estados Unidos, sino porque en una subtrama bastante importante del libro, el ex marido de Carol quiere quitarle la tenencia de su hija alegando que tiene gustos sexuales desviados, incompatibles con la capacidad para criarla. Carol se enfrenta a su ex esposo extorsionador y a esta disyuntiva desgarradora y toma una decisión. Lo único que puedo decir es que es una de las primeras novelas con temática lésbica que tiene un final feliz. Antes de Carol, a la representación de estos amores iba adherido un destino trágico: el personaje no consumaba su amor, o era repudiado por su entorno, o clausuraba su vida o buscaba su muerte. La misma Highsmith, al revelar su identidad como autora de Carol recién en 1989 - lo publicó por primera vez en 1952 bajo el seudónimo de Claire Morgan con el título El precio de la sal -, agrega un prólogo a la novela en donde relata que a su agente le llegaban aproximadamente quince cartas por día de personas agradeciendo un final no trágico para esas mujeres.
Datos que suman. 1) La película de Todd Haynes es bellísima, las actrices representan con bastante precisión el temperamento que les asigna Highsmith a cada una, la narración es solvente y la fotografía evoca lo que pudieron ser los años cincuenta, con su exacta dosis de color y melancolía. Pero el libro es majestuoso y no hay con qué darle. 2) Por esos años, a Susan Sontag le pasó algo muy parecido a lo que le pasó al personaje de Carol, su ex marido escritor, Philip Rieff - con vibras de competencia mal resuelta como el esposo de la escritora de Anatomía de una caída - la hace seguir a Sontag para probar que es sáfica y quitarle la tenencia de su hijo varón, nacido el año de publicación de Carol. Lo cuenta Benjamin Moser en la biografía enorme que escribió sobre Sontag. 3) Quienes vieron y gustaron de Thelma y Louise, si leen Carol podrán comprobar que no fueron Geena Davis y Susan Sarandon las primeras dos mujeres en montar un carro por las carreteras norteamericanas ni tampoco fueron las primeras en huir de alguien ni en andar armadas. Amamos a esas chicas también, pero ya está en Carol todo eso. 4) El documental Loving Highsmith, de Eva Vitija, es sensacional y suministra un montón de información que no está en ninguna otra parte.
Bonus track: una nota de Eterna Cadencia con subrayados del libro seleccionados por Silvina Giaganti.