Caseras online
Eva Álvarez presenta a Andrea Mujica, que escribe sobre una vendedora por Internet fascinada con distintos personajes y situaciones de su oficio.
Andrea viene al taller por zoom, vive en el norte de Chile pero amaría vivir en el sur. Es psicóloga y fue profesora de instituto superior. Además es casada y tiene dos hijxs. En los talleres nos la pasamos hablando sobre yuxtaponer; yuxtaponer lo alto y lo bajo, la vida tonta, automática, y las pasiones, las ideas y lo doméstico, los sentimientos luminosos y los sórdidos, los cínicos. También yuxtaponer el lugar, traer la frontera, lo que hay más allá del centro de nuestras vidas de ciudad, porque con todo eso que pasa lejos, si una lo hace bien, si ese día se logra y si la voz está, el texto encontraría contraste, la textura, y la dimensionalidad de esas geografías que nos hacen lo que somos. Así es como Arica, esa primera ciudad al norte de Chile, en la frontera con Bolivia y Perú, es un personaje central en los relatos de Andrea. Como un oráculo criollo de lo que se es y no es, Arica hace que la narradora se mire en ella y se pregunte todo el tiempo por su identidad. Como dice Claire Keegan: todo lo que tenés que hacer es poner a tus personajes en una geografía conflictiva y ver qué harán con ella. (María Eva Álvarez)
Caseras online
No sé cómo me volví fanática de los en vivo de Facebook. No veo cualquiera, veo los de vendedores mayoristas en Iquique. En algún momento debo haberme topado con alguno y supe que era barato comprar artículos por cantidad en una ciudad cercana, entonces pensé en vender porque, como no estoy ejerciendo mi profesión, quería algo de dinero propio y no de mi marido, que sé que es de ambos, pero nunca se siente así cuando una está acostumbrada a tener su propio sueldo. Tampoco quería gastarme mis ahorros, que ya los he gastado bastante.
Mi faceta vendedora me da por temporadas. En un tiempo traje cosas desde Santiago como adornos navideños, juguetes, bolsas para Halloween, trajes de baño. Cuando viajaba a Buenos Aires traía ropa de diseñadores locales. Después compré mucha ropa para bebés en aliexpress. Desde Iquique traía perfumes y cobertores. Si viajaba a La Serena traía carteras desde los outlets. El último viaje fue a Estados Unidos y traje mucha ropa, cremas y joyas. No gano mucho con mis ventas, pero algo se gana y siempre me quedo con alguna cosa para mí. Con lo que gané mucho dinero fue vendiendo juguetes sexuales con mi hermana. Comprábamos consoladores, vibradores, huevos masturbadores, bolas chinas, lubricantes, aceites con sabores, dados y juegos de mesa, esposas. Fue la época en que se produjo el boom del libro “50 sombras de Grey”. Yo conseguía los datos de los mayoristas, buscaba los mejores precios y los productos novedosos, aprendía su funcionalidad. También pagaba las compras, hice una página Facebook de ventas y llevaba las cuentas de los egresos, ingresos y ganancias. Mi hermana es la que se dedicaba a promocionar los productos con sus amigas y la que iba a vender en reuniones que hacían mujeres en alguna casa donde se juntaban diez chicas a tomar un trago. Mi hermana llevaba la mercadería mientras yo la esperaba en el auto. Generalmente se demoraba media hora y luego regresaba feliz porque podíamos vender fácilmente 350 dólares en esa media hora. Fue un buen negocio, pero después cada una tuvo mucha carga laboral en los trabajos habituales que teníamos y lo dejamos.
Ahora que compro en mayoristas de Iquique, la dinámica es similar. Yo veo los en vivo de 4 o 5 horas, pido los productos, paso rabia si esperé un producto por dos horas y, cuando sale a la venta, la señal de internet se cae y no alcanzo a comprarlo, me pongo feliz si alcanzo otro que quería. Hago los contactos con los mayoristas, veo cuál es el que tiene los precios más económicos, transfiero, pago los envíos, llevo un excel con la cantidad y tipo de productos, con las ventas, egresos, ingresos y saldos. Establezco los precios para obtener una ganancia acorde, pongo el precio en cada producto con cinta masking tape, ordeno la mercadería en cajas en mi living, que por períodos sirve como bodega. Las ganancias que obtenemos las repartimos equitativamente con mi hermana, así como nos dividimos la funcionalidad de cada una, porque yo soy ordenada y puedo llevar las cuentas, y mi hermana es sociable y conoce a muchas consumistas.
Antes podíamos vender a domicilio, pero ahora, con el precio de la bencina y con la delincuencia en esta ciudad, se hace más caro y riesgoso, así es que vamos a los consultorios de salud donde mi hermana ha trabajado y conoce gente. Ella se baja con una maleta llena de productos y yo espero en el auto con otras cajas repletas de mercadería. Cuando se le agota un producto, viene al auto a buscar más. Estamos dos horas en el consultorio vendiendo planners de gatito, post it de BTS, lapiceros de palta y de navidad, organizadores de escritorio, botellas kawaii, pastillas de limpieza para lavadoras, calcetas, etc. El stock es variado, porque compro todo lo que creo que se puede vender y a lo que le puedo sacar ganancias adecuadas.
Las compras actuales han sido una búsqueda y una aventura online. Luego de recorrer varios en vivo de Facebook, de aprender la técnica de pedir repetidas veces para que a uno le tomen el pedido, y de saber más o menos qué se vende y a qué precio, elegí cuatro páginas donde compro siempre. Una es de un matrimonio boliviano, la Rebeca y el Juan Carlos. Ella lleva las cuentas, anota los pedidos, manda los totales. Él promociona los productos durante cinco horas. Es un en vivo divertido porque el casero es muy chistoso. Si tiene que promocionar un pijama de Stitch, se pone el pijama. Si tiene que promocionar una toalla para el pelo rosada, se la pone, pero el problema es que lee todos los mensajes que envían las compradoras. El otro día promocionó una linterna con electroshock y todas comentaban “Que la Rebeca lo pruebe con el casero para ver si funciona”. Entonces el casero respondió “Uy las caseras como son”, y así estuvieron como veinte minutos con chistes y chistes, sin mostrar ningún producto nuevo. O a veces se ponen a pelear entre ellos. El casero le dice “Rebeca apúrate en anotar”, la Rebeca le dice que repita que los compradores nuevos deben dejar su teléfono y de donde son, y él le dice que ya lo dijo muchas veces. Entre medio se meten los compradores y dejan sus mensajes. “Rebeca manda al Juan Carlos a dormir al camión”, “caseros déjense de peliar”, “deme una docena de posik” (por post it), “casero le llegaron las loncheras con estiker”, “casero le ablé al wasat”, varios emoticones y gifs de risas, “que la rebeca pruebe el electrochok”. Después al casero le dan ganas de bailar algún baile andino o una canción de un grupo boliviano que pone como música de fondo, entonces el en vivo termina a la una y media de la mañana.
El otro en vivo que veo es el de la Wendy, que también trabaja con su pareja Davis. El Davis anota, la Wendy promociona. Alcanzar algo es más difícil porque generalmente tiene 200 personas conectadas. La Wendy dice “sólo tengo 900 unidades de este producto”, y la gente compra cantidades y cantidades. A veces voy calculando mentalmente cuánto vendió, y me doy cuenta que en diez minutos obtuvo 450 dólares con la venta de un solo producto.
La Wendy y el Davis son peruanos y canutos. Así es que la música de fondo que ponen es cumbia peruana y cumbia religiosa, que no sabía que existía hasta ahora. La Wendy trae productos super novedosos, la mayoría en estilo kawaii que ahora se vende mucho, por eso me quedé como clienta de esa página. Lo único malo es que es enojona. Si alguien le dice “casera voy a liberar los plumones de 24 colores que pedí recién y quiero el de 48 colores”, la Wendy le dice que este es su trabajo, que no jueguen a comprar, y que ahora le va a liberar el de 24 colores, pero que tampoco le va a vender el de 48. Además, la Wendy tiene un tono de voz bien chillón, que a veces no aguanto, por eso había decidido no comprarle más, pero justo me puso en un grupo whatsapp de clientas VIP y nos manda productos en oferta o nos muestra las novedades antes, así es que no quise perder mi categoría VIP que por primera vez tengo en alguna cosa.
A la tercera que le compro es a la Tati, que trabaja con su pareja Maykol. También son peruanos y canutos, y hace poco me enteré que la Tati es hermana de la Wendy, y yo no sé porqué no venden juntas mejor, pero se ve que capaz no se llevan tan bien porque son competencia. La Tati es mucho más calmada, no se enoja casi nunca, aunque las personas liberen productos que ya anotaron. Además, me gustan las palabras peruanas que usa, dice “buenas noches con todos” que me gusta porque me siento incluida en un grupo, o “jalar” en vez de tirar, lo que me suena más delicado, y dice “hombre nieve” en vez de mono de nieve, lo que no sé por qué me da mucha ternura y risa, así como cuando pone una canción de Garibaldi de fondo, que canta equivocándose en la letra “tengo el alma en pedazos, ya no aguanto esta pena, tanto tiempo sin verte es como cuarentena”. También pone música axe o tecno de fondo y a una le dan ganas de bailar durante todo el en vivo. Para no molestar a mi marido, que está leyendo o escribiendo su tesis mientras yo estoy comprando por facebook, conecto los audífonos a mi celular para que no escuche la bulla, pero los pies se me mueven solos con la música. A veces mi marido me mira y se ríe porque estoy con audífonos, el celular en la mano y haciendo los pasos de axe en el living. Entonces le digo “ven, baila conmigo” y hacemos la coreografía juntos. Al final lo desconcentro igual.
A la última que le compro es a la Gaby, que vende productos americanos, algunos nuevos y otros usados. Llegué a ese porque tenía artículos de navidad hermosos, pero la Gaby se dedica más a vender peluches norteamericanos de Disney o peluches coreanos que están de moda. Siempre tiene pocos conectados, no son más allá de 20 personas, pero que igual le compran mucho. Yo no vendo peluches, pero me quedé porque la Gaby es muy risueña y tierna, y a veces no cacha los monos que le piden. Le cuesta leer bien los comentarios o entender qué le están preguntando. “Precio de la zuricata” escribe alguien, y la casera pregunta qué es una suricata, entonces yo le digo, “Case, el amigo del rey león, ese peluche café que está atrás de la minnie rosada a su izquierda”. U otro pregunta cómo es el tema de los impuestos para los envíos a otras ciudades, entonces yo escribo que es el 26% de la compra total, que el 19% corresponde al IVA y el 7% a los impuestos aduaneros. Y la Gaby dice “ahí está mi caserita Andrea”. Yo le digo que soy su secretaria. Me cae bien la Gaby, y sé que me quedo viendo el en vivo sólo por eso, porque no vendo peluches, aunque igual le compro algunos en oferta. Hace poco compré unos coreanos nuevos que vendí igual. A veces me pregunto qué hago comprando basura norteamericana, porque son los saldos o peluches que los gringos desechan. Y también me pregunto cómo es que algunos se venden tan caros. Las Minnies y los Mickey son los más cotizados, así como los pokemón, los minecraft, los doraemon, las Hello Kitty y algún peluche de dibujos animados de moda. Esos valen como 20 dólares. “Yo no pagaría eso por un peluche”, pienso cuando alguien compra una Minnie a 20 dólares, pero después veo mi colección de Harry Potter y recuerdo que pagué 52 dólares por una varita y me siento cínica. A la Gaby le compré una serpiente de Slytherin, casi nueva, excepto porque le cortaron la etiqueta. Pagué 4 dólares, pero esa serpiente vale 36 en mercado libre. Es la mejor compra que le he hecho a la Gaby. Ahora sabe que cualquier cosa que le llegue de Harry Potter debe guardármela.
El envío de toda la mercadería que compro es bien barato y rápido. Uno paga y las cosas llegan al día siguiente. Yo pago apenas me mandan la cuenta. Soy clienta confiable, por eso soy “la caserita” de la Gaby, clienta VIP de la Wendy, y la Tati me avisa si alguien le libera un producto que no alcancé a pedir, para anotármelo.
El miércoles pasado, la Tati trajo unas esquelas preciosas de Sanrio, la marca de Hello Kitty, My Melody y otras similares. La combinación esquelas y Sanrio es una bomba que a todas las clientas nos transportó de inmediato a la infancia. Cuando la Tati mandó fotos de las esquelas por el grupo whatsapp, todas empezamos a escribir “el precio por favor casera”, “no nos haga sufrir”, “tendré que vender mi cuerpo por kilo para tener dinero”, “casera a qué hora el en vivo”, “casera a qué hora el live”, “quiero una docena”, “quiero dos docenas”. Yo escribí “Las necesito”. Pero las fotos eran sólo era un adelanto y las vendió en el en vivo. Yo escribí de las primeras, pedí una docena. Repetí el mensaje unas cuatro veces para asegurarme de que me leyeran y me anotaran, pero ese día el internet funcionaba pésimo y muchísimas no alcanzamos porque en tres minutos se agotaron, entonces todas mandamos emoticones llorando por el chat del facebook y después seguimos mandando emoticones y gifs de llantos por el whatsapp. Varias dijeron que las querían para ellas mismas y no para vender, y se pusieron a recordar las esquelas de antes, esas que venían con sobres y aromas. Otras hablaban de la colección que tenían cuando eran niñas. El resto seguíamos mandando emoticones y gifs de llantos, porque la situación fue como perder esquelas cuando una era chica o, para las que no teníamos dinero para comprarlas en la niñez, como revivir el dolor de querer algo y no poder tenerlo. El deseo infantil se apoderó del chat, el deseo puro e intenso de la infancia, y también la envidia simple de los primeros años, esa que surgió cuando una que alcanzó a comprarlas, mandó videos de cómo eran los esquelarios por dentro, entonces empezamos de nuevo con los emoticones y gifs de llanto y le dijimos, “ya por favor, no sigas mostrando cómo son”. Al rato después, una chica del grupo me mandó un mensaje privado y me dijo que otra mayorista tenía esquelas y me pasó el dato de una página. Yo le di las gracias. “Hay que ayudarnos”, me dijo, y me pareció tan lindo porque ni la conozco y se supone que seríamos como competencia de ventas, pero a ella eso no le importó y trató de ayudarme. Igualmente, ayer que vi el en vivo de la Rebeca y el Juan Carlos, pregunté si habían llegado lapiceros borrables y el casero me dijo que no, entonces otra niña me mandó un mensaje al msn, mostrándome una página donde tenían. También le di las gracias. Me hace pensar en que hay gente buena onda en este mundo. Somos caseras buena onda.
Buenísimo Andrea, me encantó como me lleva por distintos paisajes emocionales
Súpeer entretenido, pero quedé con gusto a poco!. Me encantó leer como algo que veía sencillo (comprar),podía tener tanta emoción!. Me encanto la parte donde todas querían comprar las esquelas para dejarselas ellas. Hubiese hecho lo mismo. :)